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Plantas e insectos emigran a zonas más altas para sobrevivir

Un nuevo estudio internacional realizado en los alrededores del volcán Barva, en la cordillera Central, demostró que las plantas e insectos de los trópicos enfrentan un deterioro lento pero muy considerable de sus poblaciones.
Esto ocurre debido a que la temperatura promedio en las regiones de clima tropical aumentó más de 0,75 grados Celsius desde 1975 y continúa subiendo.

Así lo advirtió ayer una investigación publicada en la revista Science .
El estudio evaluó la “salud” de 2.000 especies en el país, entre mariposas, hormigas y determinadas plantas tropicales llamadas epífitas –que viven sobre los árboles–. Las especies analizadas se hallan a unos 3.000 metros de altitud.
Según los expertos, debido a este aumento en las temperaturas, muchas de estas especies están emigrando hacia zonas más elevadas, como las laderas montañosas, para sobrevivir.
Sin embargo, en algunos casos no hay territorios más altos adonde puedan migrar.
Los animales caminan, vuelan o se arrastran con tal de lograr este desplazamiento, mientras las plantas migran gracias a que los insectos o el viento llevan el polen a alturas más elevadas.
Cálculos climatológicos estiman que, en la búsqueda de un sitio con un clima idóneo para vivir, algunas especies de animales deberían viajar hasta 1.000 kilómetros en dirección a los polos: norte y sur. Esta es una posibilidad que no todas las especies pueden soportar.
La sentencia es clara: el 53% de las 1.902 especies que habitan tierras bajas en los trópicos podrían desaparecer en los próximos 100 años, si la temperatura sube 3,2 grados Celsius.
“Esto significa que casi la mitad de estas especies viven hoy en zonas muy estrechas –en términos de altura–.
“El calentamiento de su ‘hogar’ las forzará a adaptarse a un ambiente totalmente nuevo, más allá, hasta 600 metros, de los límites de su hábitat”, dice el estudio.
En el mejor de los casos, algunas de esas especies sí encontrarían zonas más altas y frescas para vivir, pero no un entorno óptimo que les proporcione el mismo refugio o los mismos nutrientes a los que estaban habituadas.
Por si fuera poco, su permanencia en el nuevo hábitat estaría comprometida por la explotación que los seres humanos hacemos del bosque tropical, agrega el estudio.

fuente: http://www.nacion.com/

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